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Crítica

Crítica VENOM 2: HABRÁ MATANZA

Crítica Venom 2: Habrá matanza

Sorprendiendo en 2018 con sus grandes recaudaciones de taquilla y una legión de fans en todo el mundo, la nueva versión del antihéroe de Sony de la saga Eddie Brock / Venom vio nacer una nueva franquicia.

Inicialmente hubo muchas dudas sobre las posibilidades de una historia de origen independiente de un simbionte generalmente villano pero, sin embargo, la gente lo devoró perdonando la falta de emoción, coherencia y estilo narrativo que demostró la primera entrega.

Desde entonces, sus fans no han dejado de reclamar una secuela que prometiera más de lo mismo: comedia de extraña pareja, escenarios CGI irreales e hipertrofiados, villanos sanguinarios… así que si eres uno de ellos, vas a disfrutar con esta secuela. Para todos los demás, puede resultar un dolor de cabeza, incongruente e infumable.

Después de los eventos de la primera película, Brock (Tom Hardy) y Venom todavía están juntos y son atraídos de regreso a la prisión de San Quintín por el asesino en serie Cletus Kasidy (Woody Harrelson), quien ofrece a Brock la oportunidad de redimirse como periodista al ayudarlo a contar su espeluznante historia de destrucción y su amor perdido hace mucho tiempo, Frances (Naomie Harris). Sin embargo, su sentencia a la silla eléctrica por sus crímenes precipitará los acontecimientos de un modos insospechado implicando al detective local Mulligan (Stephen Graham) y la antigua novia de Brock, Anne (Michelle Williams).

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Carnaza sería la palabra más apropiada para describir la secuela, ya que, te guste o no, la pantalla está llena de ella durante su duración, eso sí, refrescantemente corta en poco más de 90 minutos para lo que se acostumbra ahora.

El resto es una cabalgata de tramas sin mucho sentido, diálogos estupendamente estúpidos, personajes vacíos y escenarios ruidosos, frenéticos y absurdos. Venom 2: Habrá matanza es ciertamente más loca que su predecesora, y tampoco hay nada que objetar a que parece que nunca haya pretendido ser otra cosa. El guión de Kelly Marcel y el propio Hardy es un bastante confuso donde únicamente se encadenan excusas para llegar a escenas abrumadoramente violentas dejando a un lado cualquier atisbo de profundidad temática o emoción, incluso olvidando la premisa de cierta comedia que está en su origen.

Sin embargo, es constatable que Hardy y Harrelson se lo han pasado en grande durante el rodaje aunque, más allá de ese, ambos parecían decididamente desinteresados ​​en lo que estaba sucediendo respecto a la historia. Es la única explicación posible acerca de por qué estos dos talentos se ponen de acuerdo en algo de tan poco recorrido como esto, además del suculento cheque. Cabe preguntarse lo mismo de Michelle Williams y las nuevas incorporaciones Stephen Graham y Naomie Harris: ¿qué están haciendo aquí? Todos son actores acreditados como lo es el director Andy Serkis, cuyas películas anteriores Una razón para vivir y Mowgli mostraron mucho más talento y habilidad narrativa de lo se ve aquí.

Pero, evidentemente, no sólo de dramas de Shakespeare viven los actores y la industria del cine. La taquilla ha respondido espléndidamente dejando un fin de semana de apertura de $ 90 millones en los EE. UU. lo que garantiza que en un par de años es muy probable que veamos una nueva entrega de este antihéroe que, cinematográficamente, prometía más de lo que por el momento está entregando.

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