Un ángel exterminador
No recuerdo a nadie que tras ver unos minutos de la obra maestra de Buñuel El ángel exterminador (1962) no sienta la imperiosa necesidad de finalizarla, aunque reconozca no entender exactamente qué está pasando en ella. Asimismo, no hay nadie que tras verla, la olvide. Es imposible. La fuerza de su simbolismo y su forma, plagada de repeticiones conscientes rodadas y montadas por Buñuel, entra como una taladradora en el cerebro.
La película escrita y dirigida por Xavier Giannoli no alcanza ese grado de magnetismo y excelencia del aragonés, pero recupera de manera brillante su intención al envolver un caramelo envenenado bajo el celofán de las formas de la comedia burguesa.
Cartel de ‘Madame Marguerite’
Madame Marguerite es una película precisa y preciosa tras la que nos imaginamos a su autor sonriendo malévolamente. Quiénes vean en ella sólo una comedia romántica, que también lo es, evitarán disfrutar de su verdadero pero aterrador mensaje, tal y como los burgueses del drama buñueliano evitaban salir del elegante salón dónde estaban confinados.
Giannoli clava su elegante bisturí narrativo en el corazón del ser humano respecto a su condición de soñador para sobrevivir. No nos engañemos, Madame Marguerite viene disfrazado de cuento sobre una aristócrata que aspira a ser cantante de ópera pero cuyas condiciones son nulas para ello, aunque realmente nos está hablando de nuestra contemporaneidad, de nuestra esencia. De nuestra incapacidad para aceptar la realidad y cambiarla sin reparos por disparatadas ambiciones que en muchas ocasiones nos sobrepasan.
Emprendedores de Internet, gurús de la tecnología, jóvenes que emulan a supermodelos, adolescentes peinados como estrellas de fútbol, funcionarios que quieren ser novelistas, camareras aspirantes a actriz… esa Marguerite millonaria que se empeña en un objetivo para el que no está capacitada y suplir con ello otras carencias somos todos y cada uno de nosotros en nuestro afán cotidiano.
Fotos de ‘Madame Marguerite’ con Catherine Frot
Crítica de ‘Madame Marguerite’ de Xavier Giannoli
Pero el interés de Giannoli no es diseccionar a su protagonista, admirablemente elegida y encarnada por Catherine Frot, sino en la galería de personajes que la circundan y que, de un modo u otro, alimentan su mentira para sacar provecho de ella. Desde su avergonzado marido hasta el radical de izquierdas que la utiliza para sus mítines, todos y cada uno de ellos se aprovechan repulsivamente del impulso de Marguerite para beneficio propio. Esos personajes que nunca le dicen la verdad, su incapacidad para cantar, son los burgueses que no podían salir del salón de la cinta de Buñuel.
Giannoli filma con gran virtud una historia sutil y llena de simbolismos aprovechando el atrezzo que la ópera proporciona a la historia. Sin embargo, no siempre estos objetos (el enorme ojo ardiendo, las alas quemadas, el telón negro de los ensayos, el ojo del mayordomo en la cámara…) son los únicos que el realizador utiliza para su fin. Breves imágenes dan fe de su intención e inteligencia para tener al espectador en el punto justo de suspensión de credibilidad, entre la farsa y el ensayo fílmico: una mano ensangrentada cortada por el telón sobre el escenario o la imagen distorsionada de la cara de Marguerite justo antes de escuchar su propia voz en el gramófono dan prueba de ello.
«Existir es insistir», «Sueña a lo grande», «Sólo pierde quién no lo intenta», «Te arrepientes de lo que no has hecho»… todos somos esa Marguerite cantando gallos intentando alcanzar algo para lo que no estamos preparados. Por un momento, Giannoli nos va a hacer mirar alrededor y averiguar quién se está aprovechando de nosotros. Quizás la próxima vez que oígamos un «carpe diem» percibamos también el sutil tintineo de una caja registradora.
Tráiler de ‘Madame Marguerite’ de Xavier Giannoli
https://youtu.be/bvCdLcRN5z4