La directora Justine Triet, con apenas dos películas, comienza a ser señalada como revelación del cine francés y cabeza visible de una nueva generación de cineastas según la prensa del país.
Si bien su obra es corta, incluso añadiendo los cortometrajes previos, sí parece que en ella todo apunta a una conciencia de estilo y temas muy marcados. Su primer largo, La batalla de Solferino (2013) resultó premiado en Cannes señalando su frescura, su tono semidocumental y el tratamiento novedoso de la emancipación individual y las relaciones de pareja.