
Con su sonrisa perenne y derrochando simpatía, el actor Rodolfo Sancho (Madrid, 1975), participó en el I Encuentro de Cine de la localidad alicantina de Monóvar. “He venido a caballo y con espada, pero los he dejado ahí afuera”, bromeó el actor madrileño nada más comenzar la charla-coloquio.
Conocido sobre todo por su participación en series de televisión como Al Salir de Clase, Amar en Tiempos Revueltos, Gavilanes o MIR, Rodolfo Sancho confesó que no le gusta verse en pantalla y que prefiere ser rey: “es mucho más divertido que ser cura. La sotana me la puse tres años, la colgué y ya no me la quiero poner más. Ser rey es más dinámico”, comentó refiriéndose al papel que interpretaba en la serie de TVE La Señora.
Rodolfo Sancho, con la barba más larga y desaliñada de la que nos tiene acostumbrados en su papel de Fernando ‘el Católico’, hablo de la profesión de actor, de sus proyectos de futuro, y desveló algunos detalles de la grabación de la segunda temporada de Isabel, que emitirá TVE a partir de septiembre y cuyo papel le ha valido el Premio Iris al Mejor Actor de la Academia de la Televisión. El recuerdo de su padre, Sancho Gracia y del recientemente fallecido, Alfredo Landa, marcaron los momentos más emotivos de la tarde.
Durante el evento, que duró cerca de dos horas, pudimos comprobar que detrás de su imagen de galán se esconde un hombre cercano que ha sabido labrarse una carrera sólida en el mundo del cine y la televisión junto a los directores y actores más importantes de nuestro país.
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Cuando llegas al rodaje de Isabel, ¿te cuesta de pasar de Rodolfo a Fernando ‘el Católico’?
Lo que más me cuesta es despertarme, porque voy dormido en el coche (ríe). Ahora en serio, es un proceso que llega sólo. Una vez que te maquillan, te visten y te notas esa capa maravillosa que te ponen, o la corona, el papel va surgiendo sólo, es algo difícil de explicar. Es muy mágico, realmente tiene que ver mucho con los sentimientos.
En una serie de época como Isabel el vestuario es una parte importante del papel.
En las series de época, como Isabel, el vestuario es tan realista que me tienen que vestir como a un rey porque es todo atado. ¡No existía el velcro, casi no existían los botones! (bromea). Yo llegó allí, me pongo con los brazos en cruz en el camerino y mientras me visten ya me voy sintiendo rey poco a poco, la sensación de apoyarse la mano en la espada… todas esas cosas te van haciendo sentir de otra manera y esto ocurre con otros personajes. Con Ángel en La Señora, me ponía la sotana y me daba una forma de moverme, de sentarme, que me iba metiendo en el personaje.
“Doy el 100% y siento la misma responsabilidad por todos los personajes”
¿Te sientes más cómodo interpretando a un personaje real, como Fernando ‘el Católico’, o a uno ficticio?
Sería injusto que sintiese más responsabilidad por unos personajes que por otros. Yo doy el 100% y siento la misma responsabilidad por todos los personajes. No depende que sea histórico. Por ejemplo, con Fernando que todo el mundo tiene una idea de cómo es, no puedo cargarme con esa responsabilidad de intentar complacer la imaginación de todo el mundo. Yo tengo que utilizar mi imaginación e interpretar lo que estoy leyendo. Por supuesto hay ciertas cosas que hay que respetar, y es importante documentarse bien.
En el caso del papel de Fernando en Isabel, además de las diez horas que me paso trabajando y discutiendo con Isabel eternamente, llego a casa y tengo que estudiar, es una forma de hablar muy compleja y no puedes improvisar. No descansas ni los fines de semana. Pero luego es muy agradecido ver que un producto funciona, que tiene calidad y llega al público. La gente ve una serie que dura una hora, pero esa hora tardamos doce días en hacerla y eso yendo muy, muy rápido. Haría falta más tiempo, en realidad, para hacerla incluso mejor.
¿Hay algún personaje histórico, aparte de Fernando, al que te gustaría dar vida?
Tengo la suerte de que siempre que me llega un personaje nuevo, supera al anterior. Me voy dejando llevar un poco por lo que me va ocurriendo y, ahora mismo, el personaje que más me gusta y el que quiero seguir haciendo es Fernando, un personaje divertidísimo, dinámico y que me hace disfrutar muchísimo y también sufrir. Bueno, Isabel es la que me hace sufrir, ¡Fernando no me hace sufrir nada!
A esta pregunta normalmente no sé cómo contestar. Podría decir grandes personajes de la historia… Un personaje que me hubiese gustado mucho interpretar es Viriato y lo ha hecho Roberto Enríquez. Roberto es un grandísimo actor y durante la segunda temporada de Isabel lo veréis haciendo de Muley Hacén, nos veréis rivalizando otra vez: yo como cristiano y él como musulmán. Le ves disfrazado y tiene una pinta que da miedo (ríe).
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Recientemente también te hemos visto interpretando a dos personajes a la vez en la serie de Antena 3, Historias Robadas. ¿Cómo fue la experiencia?
Ha sido muy divertido, fue una maravilla. Posiblemente sea la primera y última vez que haya hecho de gemelos en mi carrera. Es un trabajo que tiene mucha complejidad técnica y luego has de meterle la emoción adecuada a cada personaje. Uno es más relajado, más empático, es un chico de barrio, y el otro es un empresario con un rictus más duro. Creo que eso lo conseguí, estoy bastante contento con el resultado y me encantó hacerlo porque creo que es una experiencia que no se repetirá más.
¿Utilizaste un método diferente para afrontar el reto?
Yo creo que cada actor debe buscar su método. Cuando arrancas, cuando tienes 20 años y acabas de salir de la escuela, crees que todo ese mundo es eso, es el método y que hay que sufrir como los personajes. Con los años el actor va aprendiendo a hacer todo eso de otra manera. El método es muy peligroso porque corres el riesgo de exagerar, de no hacer las cosas bien, no hacerlas con naturalidad. Al final, el método es peligroso porque tú te metes en todo un mundo interior y te olvidas del otro actor al que le estás diciendo te quiero, te odio, te voy a matar… Yo soy de los que pienso que el 50% de mi trabajo lo hace el actor que tengo delante.
Es verdad que cada secuencia y cada personaje tiene su trabajo. Por eso a mí el método no me vale. Yo no puedo usar el mismo método para Antonio de Amar en Tiempos Revueltos que para Fernando. Es absurdo. Son tan distintos que cada personaje tiene su método y su trabajo. Esta es mi forma de trabajar.
“El mejor momento para mí de mi profesión es de acción a corten, es lo que yo más disfruto.”
Has trabajado en cine, televisión y teatro, ¿en qué medio te gusta más trabajar?
El mejor momento para mí de mi profesión es de acción a corten, es lo que yo más disfruto. El personaje es lo que más me importa, sea teatro, cine o televisión. No depende del medio, sino de lo que me motive o inspire un personaje. He comprobado que da igual el medio, si caes en una mala película no por ser cine es mejor. Si caes en una mala serie no porque se vea en tal cadena es mejor. No va a funcionar porque sea una cosa así o asá. Más vale hacer buena televisión que mal cine, lo escuché una vez y me lo aplico a mí mismo porque es verdad.
Además, no siempre en cine se va más lento y menos hoy en día. Yo he hecho películas en las que corría más que en series, y viceversa.
Siendo tu padre actor, ¿tenías claro desde pequeño que querías seguir sus pasos o la vocación te llegó más tarde?
Percibirlo, lo percibí desde la más tierna infancia. Yo siempre era el que ponía caras en las fotos, siempre he sido un poco actor. Hice Los Desastres de la Guerra del grandísimo Mario Camus con 6-7 años. Recuerdo incluso un vídeo para promocionar el fútbol en Estados Unidos, en el año 84, durante las olimpiadas de Los Ángeles junto a Plácido Domingo. Pero con esa edad tampoco eres muy consciente ni has tomado ninguna decisión adulta.
Cuando llegó la edad de decidir qué hacer con la vida, me dije a mí mismo que lo único que iba a saber hacer en la vida era actuar. Entonces me metí en la escuela, y un día hacer un casting para Antonio Cuadri, el director de Al Salir de Clase. Fuimos 3.000 personas y tuve la suerte de estar entre los 12 que arrancamos la serie y, encima, fue un grandísimo éxito. Tuve la suerte de estar ahí casi 3 años y poder desarrollarme como actor y aprender toda esa técnica que se aprende a base de rodaje y que no enseñan en la escuela.
La escuela te enseña a vocalizar, emocionarte, saber mirar, pero no te enseña a saber pararte en la marca, a saber que si estas en un plano corto ya puedes susurrar, si estoy en un plano general tendrás que hablar más alto. Todo este tipo de cosas con las que uno se enfrenta día a día en un rodaje. Parece que uno llega ahí y dice su papel sin más.
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¿Crees que en tu carrera ha pesado el ser “hijo de”?
No sé si me ha pasado nunca y nunca me enteraré. Yo no sé si durante una conversación en la cadena, mientras me elegían o no salió el tema. No lo sé, pero tampoco me interesa. Te voy a contar una anécdota. Antonio Cuadri, a los 4 meses de estar grabando Al Salir de Clase, vino al plató y me dijo: “Me acabo de enterar que eres el hijo de Sancho Gracia”. Esa es la realidad de mi vida. Y la realidad de cualquier actor. Desde fuera se ve distinto. Yo terminé de grabar la primera temporada de Isabel el 19 de diciembre de 2011, empecé a grabar la segunda hace tres meses, he estado 13 meses sin trabajo. Ésta es la realidad de esta profesión… Un actor debe tener paciencia, tesón y que le guste ser actor, no todo lo que lo rodea. Si va a por lo que lo rodea, entonces no es actor. Esta es una profesión complicada, pero hay que estar ahí y hacerlo lo mejor que uno sepa.
“Cuando has trabajado con grandes directores, lo que te queda es ganas de repetir.”
Has trabajado con grandes directores como Carlos Saura, Mario Camus, Javier Elorrieta, Álex De la Iglesia, Enrique Urbizu… pocos actores de tu generación pueden decir lo mismo. ¿Con qué director te gustaría trabajar en el futuro?
La verdad es que he tenido mucha suerte en ese sentido, he podido trabajar con grandes directores y cuando has trabajado con grandes directores, lo que te queda es ganas de repetir. Me gustaría repetir con Enrique (Urbizu), me gustaría repetir con Belén Macías, me gustaría repetir con Mario (Camus)… Pero me pasa como con los personajes, no soy alguien que piense mucho en el futuro. Voy disfrutando lo que me va ocurriendo. No tengo así un directo con el que me gustaría rodar, pero ¿a quién no le gustaría trabajar con Coppola o Scorsese?
De momento no hay ningún proyecto fuera de España, aunque sí que he rodado fuera. Ahora a como mucho voy a ir a Granada, a conquistarla que no está nada mal. Cáceres, Turégano, Segovia, todo esto me lo conozco como si fuera mi reino (ríe). Ahí mucho por hacer aquí y mucho que no estamos haciendo, por desgracia.
Dices que queda mucho por hacer en nuestro cine. El cine español y la palabra crisis forman un tándem al que parece que no somos capaces de ponerle fin. ¿Qué le falta al cine español para conectar más con el público?
El cine español necesita industria, dinero, independencia. El cine lo produce la televisión en España. Ya tenemos un problema. Aquí hay que producir cine y que la taquilla te dé para hacer más cine, eso es una industria independiente. Y de momentos creo que estamos lejos de conseguirlo. Porque con dinero, pudiendo hacer las cosas bien, hay talento suficiente en los actores, los directores y los productores como para llegar al espectador con unas películas más, con unas películas menos, pero sin duda se llegaría con calidad. Para darle calidad, hace falta dinero, no hay otra. Y el mecanismo es lo que a mí me parece que no funciona. El mecanismo de entrada, de base, yo creo que por ahí viene el asunto. ¡Ya no me contratan más para cine! (Bromea).
¿A qué nuevos proyectos te enfrentas?
Por suerte tengo proyectos que afrontar en el futuro, pero he aprendido a no hablar mucho de ellos, sobre todo cuando estoy haciendo algo que me ocupa todo el tiempo. Ahora mismo mi proyecto es terminar la segunda temporada de Isabel que, casi con toda seguridad, va a haber tercera y quién sabe si más. Pero ésta es una profesión que va variando muy rápidamente. Un proyecto que está casi firmado de repente se cae y otro que ni habías oído hablar de él o que parecía que había muerto hace años, resurge. He aprendido a no hablar de ello porque antes lo hacía y me encontraba con que había hablado de una película que ya no se hacía. No es una cosa de superstición de actor, porque por suerte no soy muy supersticioso, pero no hablo mucho de los proyectos futuros.
¿Cómo te ves dentro de 30 años?
No lo sé (ríe). Me gustaría verme fuerte y erguido, con ganas de vivir, trabajando mucho en lo que me gusta, y rodeado de nietos, rodeados de los míos, con amor y cariño que es lo que más importa. Y con salud, sobre todo con salud.
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El I Encuentro de Cine de Monóvar estuvo organizado por el director del Festival Internacional de Cine de Valencia Cinema Jove y el Berlanga Film Museum, Rafael Maluenda, y el Ayuntamiento de la localidad.
