El Limonero Real de Gustavo Fontán, película basada en la novela homónima de Juan José Saer, tiene su estreno en la Argentina el próximo jueves 1º de septiembre.
El filme rodado en la zona costera de la provincia de Santa Fe, concretamente en el barrio de Colastiné, cuenta con las actuaciones de actores experimentados como Patricia Sánchez, Germán de Silva, Rosendo Ruiz, Rocío Acosta, Tomás Altamirano y Eva Bianco, entre otros.
Pero a su vez, también con la colaboración de no actores, justamente porque el cineasta buscaba obtener realismo, poder crear una película que esté atravesada por elementos de lo real.
El Limonero Real narra las vicisitudes de una familia de pobladores de las costas del río Paraná, durante el último día del año.
Tres hermanas, con sus respectivos esposos e hijos, viven en tres ranchos a la vera del río separados solamente por la vegetación. Una de ellas se niega a participar del festejo de fin de año. Por más que su familia le insista, permanece firme en su decisión. Está de luto por su único hijo que murió… hace seis años.
Dos ausencias, la del joven muerto y la de su madre que resigna esa muerte, atraviesan el relato y le dan una densidad creciente.
El Limonero Real posee una narrativa basada en la contemplación y en la percepción, en la poesía de las imágenes y en el uso del tiempo (el día y la noche) como parte fundamental del relato.
Sinopsis de El limonero real
Una familia de pobladores del río Paraná se dispone a celebrar el último día del año. Tres hermanas, con sus esposos e hijos viven en tres ranchos, todos a la orilla del río y separados solamente por arbustos de espinillos, algarrobos y sauces.
Aunque Wenceslao intenta convencerla, su mujer se niega rotundamente a asistir a casa de su hermana para participar del festejo. “Ella” dice que está de luto: su hijo, su único hijo, murió hace seis años. También sus hermanas y sobrinas intentan convencerla, pero “Ella” sigue firme en su negativa: está de luto.
El río omnipresente, las variaciones de la luz, el baile festivo, el sacrificio del cordero, la comida, el vino y los cuerpos, todo es atravesado, desde la percepción de Wenceslao, por las dos ausencias: la de su mujer y la de su hijo muerto, cuya figura emerge cada tanto, otorgándole al relato una densidad creciente.
Desde el alba –“Amanece. Y ya está con los ojos abiertos”- hasta el regreso de Wenceslao al rancho después de la medianoche, cada acción cotidiana se vuelve ceremonia y el tiempo una espiral de sensaciones y recuerdos.
Trailer de día
Trailer de noche