En 2016 se celebrará el 400 aniversario de la muerte de William Shakespeare y con él volverán las reediciones de sus libros, el reestreno de sus obras, la polémica sobre la autoría real de sus textos y la revisión de sus adaptaciones al cine. Adaptaciones, por cierto, con mucha mayor envergadura cinematográfica de las que haya podido tener cualquier otro autor mundial. Su obra, sea o no real su atribución, bien lo merece.
Probablemente este Macbeth dirigido por Justin Kurzel y protagonizado por Michael Fassbender y Marion Cotillard, sea en los próximos aniversarios una de las las adaptaciones más revisadas.
Cartel de ‘Macbeth’
Crítica de ‘Macbeth’
Aunque Macbeth pasa por ser una obra no muy extensa de entre las de Shakespeare, la densidad de su texto, como el de cualquier otra obra del autor, es algo que ahuyenta al aficionado actual. Ya no somos aquellos espectadores con capacidad para disfrutar de la dicción y sutileza interpretativa de Laurence Olivier, sino otros forjados entre el olor a gasolina de Mad Max, los viajes a pie hacia Mordor y los duelos con sable láser.
Los productores de esta cinta, las compañías See-Saw Films y DMC Films, están sabiendo leer esta nueva demanda de un público poco acostumbrado a narrativas literarias creando obras que inciden en la imagen como poderoso protagonista estético y narrativo. El actor Michael Fassbender está siendo uno de sus principales cómplices en esta andadura industrial y artística que tiene un precedente muy próximo a esta cinta en el interesante western Slow West (John McLean, 2015), construido bajo los mismos criterios.
La apuesta es inteligentísima. Bajo unos depurados trabajos de guión que comprimen los diálogos hasta un mínimo inteligible, los guionistas de Slow West y Macbeth desarrollan largas secuencias donde la puesta en escena es el auténtico sustento de la historia, un espeso cauce narrativo donde apenas será necesario el montaje y sobre el que las interpretaciones y los diálogos flotan elocuentemente.
La inteligencia de esta apuesta narrativa radica en que su producción permite obras no excesivamente caras (Macbeth ha costado unos 20 millones de euros) pero que logran una sensación de gran espectáculo en las manos del director adecuado. Y así ha sucedido con Justin Kurzel.
Fotos de ‘Macbeth’
Kurzel es un director autraliano que deslumbró en Cannes con Snowtown (2013), una densa e inquietante cinta donde apunta un firme pulso narrativo manejando el tamaño y tiempos de los planos. Macbeth es una depuradísima obra donde el director explora a fondo ese camino fílmico en el que apenas existen los planos medios y cuya tragedia está apuntalada entre la brutal densidad estética de los planos generales y la carnalidad de los primeros planos.
El resultado es notable, un cruce entre el cine de Michael Cimino, John Milius y Terrence Mallick que hipnotiza al espectador para hacerle sentir la aspereza de un tiempo sombrío, preñado de tragedia y profecías, y conseguir transfigurar la ambición, el remordimiento y la culpa en los rostros y cuerpos de los personajes interpretados con entrega y brillantez por Cotillard y Fassbender.
Atentos a sus pantallas, porque todo este equipo acaba de terminar el rodaje de Assasin´s Creed con un presupuesto de 200 millones de dólares. Este Macbeth, con todos sus aciertos, puede que sólo haya sido un ensayo general.
Tráilers de ‘Macbeth’
https://youtu.be/aLyS7WoB4aw