
De entre los sueños
En una entrevista a Apichatpong Weerasethakul un periodista le preguntó con tanta mala intención como inteligencia qué significaba para él la palabra queer (marica, hombre homosexual, si se usa como sustantivo; también extraño o inusual si se hace como adjetivo), a lo que el cineasta contestó con idéntica habilidad: “Significa que cualquier cosa es posible”.
La respuesta no revela nada nuevo sobre la homosexualidad del cineasta pero es profundamente explícita sobre su mundo como artista y la singular propuesta de su obra en la que conviven con naturalidad muerte y vida, vigilia y sueño, pasado y presente.
Las películas del tailandés no son para cualquier público, lo que no implica que haya que hacer ningún gran esfuerzo para entenderlas ni que tengan el más mínimo corte intelectual o pedante. Más bien al contrario, el cine de Weerasethakul se puede disfrutar plenamente como la poesía, sin necesidad de entender racionalmente lo que sucede en él. Pero para quiénes no se conforman con esto, no hay nada que temer. El cineasta no es un impostor, sus películas tienen un nudo, desarrollo y desenlace como el cine más convencional. Sólo hay que estar prevenido de que en su cine el tiempo, la realidad y la Historia entran en suspensión para suceder simultáneamente.
Weerasethakul es habitual hace años en el circuito de festivales occidentales debido a su nacionalidad y a la singularidad de su cine, circunstancia que ha sabido aprovechar como productor para establecer un régimen de coproducción para sus películas en el que participan hasta 10 países diferentes, lo que garantiza una amplia distribución. En su título más conocido, la bella y divertidísima Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) contó, por ejemplo, con el apoyo del productor español Luis Miñarro y en ésta participa el actor Danny Glover. La concisión de temas y sencillez de sus rodajes eliminan los problemas habituales de este modelo de producción, ya que evita las compensaciones en repartos, equipos técnicos o referencias temáticas dentro de la película que logren satisfacer a todos los países participantes.
Cartel de ‘Cemetery of Splendour’ de Apichatpong Weerasethakul
Crítica de ‘Cemetery of Splendour’
En Cemetery of Splendour una madura enfermera voluntaria, impedida de una pierna, acude al hospital improvisado que fue su antigua escuela para cuidar a unos soldados afectados de narcolepsia, sintiendo un afecto especial por uno de ellos carente de familia. Otra voluntaria con poderes psiquícos les ayudará a entrar en contacto incluso en las fases de sueño del soldado.
La enfermera, tras conocer mediante revelación de unas diosas transfiguradas que los soldados dormidos sirven a reyes ancestrales para librar batallas en el palacio que hubo bajo el hospital, comparte vivencias y recuerdos con el soldado tanto en vigilia como en sueño, gracias la participación de la medium.
Esta premisa sirve al cineasta para desplegar su visión del mundo de un modo más completo de lo que había hecho hasta ahora. Si en Uncle Boome las generaciones de una familia, vivos y muertos, convivían con naturalidad en una casa hasta el punto de compartir merienda (una escena característica de su cine) en Cemetery of Splendour esa suspensión de la realidad y la fantasía, del presente y el pasado, se amplía a una sociedad entera, la tailandesa, aunque sólo la presenciemos en la historia de una singular pareja.
Weerasethakul, y aquí está su enorme mérito, construye un relato sobrenatural que interpreta la actualidad sin mover la cámara un milímetro, apenas un par de lentos paneos, ni salir del plano general, ni filmar nada más que lo que está a simple vista de cualquiera. Pero he ahí su extraordinaria valía como cineasta, ya que es el espectador, inducido por una hipnosis procedente del ritmo de las imágenes y las palabras, quién siente la intensidad de lo que sucede a sus protagonistas. Una hipnosis gozosa si se es capaz de entrar en ella, pues revela ese “cualquier cosa es posible” que apostilló el cineasta a su entrevistador. Y que es eso sino la pura definición del cine.
Cemetery of Splendour podría compararse a la magna Vértigo de Hitchcock (cuyo subtítulo era De entre los muertos) en su capacidad para unir fallecidos con vivos por vía del deseo sexual. O incluso a Ghost, superando su famosa escena del barro moldeado con una de las escenas de sexo más intrépidas que se hayan filmado jamás, que habría hecho las delicias de Buñuel e incluso del escritor J.G. Ballard. Pero esta película es mucho más. Es la tesis incuestionable de que sólo ve quién necesita ver. Y para el resto, ya está el cine de efectos especiales, como también se muestra cómicamente en una secuencia de la película.
Fotos de ‘Cemetery of Splendour’
Tráiler de ‘Cemetery of Splendour’ de Apichatpong Weerasethakul
https://youtu.be/EoKX3XFzOvY
