Amour, la nueva película del director Michael Haneke tras la aclamada La cinta blanca, nos introduce en el mundo de Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva), representando un armonioso matrimonio octogeneario. Un día, Anne comienza a sufrir episodios de inconsciencia y parálisis hasta el punto de que debe quedar al completo cuidado de Georges. A partir de ahí, comienza una lucha para la pareja entre el amor, la decadencia, la dignidad y la muerte.
Únicamente hace falta al realizador y guionista el espacio interior del piso de Georges y Anne para desarrollar un argumento tan grande y tan pequeño como el de la vida misma, cuando ésta queda reducida al sufrimiento corporal y la decadencia y pérdida del ser amado y su cotidianidad.
Amour es un film monstruoso en todos los sentidos, pues pone al mismo nivel la esencia de la existencia con su lado físico y orgánico. Michael Haneke reduce al mínimo sus ambiciones de producción para contar la historia más grande, dura y compleja posible sin salir de un piso. No necesita nada más. Valiéndose de planos estáticos, tiempos largos y contemplativos, música no diegética y muy pocos diálogos, nos coloca íntimamente en el sufrimiento de los dos protagonistas y a su vez, en las dimensión universal y real de lo que está pasando.
Sin duda, lo más improsionante es el trabajo minucioso en la dirección de actores, con la milimétrica puesta en escena característica del realizador. Si la mezcla de orgullo, hombría y piedad de Jean-Louis Trintignant nos cautiva desde el primer momento, el trabajo de Emmanuelle Riva, sorprende por conmovedor, mostrando un intensidad increíble en la involución expresiva de su personaje ante el padecimiento y sufrimiento.
La estudiada escala de las secuencias, que va narrando paulatinamente la decrepitud de un tiempo que se escapa irremediablemente, convierte la ficción de Amour en pura realidad: todos hemos tenido que enfrentarnos en un momentos de nuestras vidas a la desaparación de un ser querido y la impotencia que ello nos trae.
Amour es ya un clásico y una obra maestra, incluso sin importa los premios y nominaciones que consiga. En el momento de hacer este artículo ya ha recibido el Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, la Palma de Oro en el Festival de Cannes y varios Globos de Oro. Da igual. Amour es una redención del espectador con la vida, la vejez y la muerte, que sitúa al amor como salvación ante la decadencia de nuestra esencia material por el paso del tiempo.