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Crítica

Crítica BUSCANDO A EIMISH (Ana Rodríguez Rossell, 2012)

Cine indie a la española.

Buscando a Eimish

En la rueda de prensa que el equipo de la película ofreció tras su proyección, uno de los periodistas formuló la pregunta clave para entender la cinta. No para entender su trama, que es clara, si no para entender su razón de ser. Buscando a Eimish es un intento de hacer cine indie a la española.

La etiqueta indie, más allá de referirse a unas condiciones de producción escasas que condicionan temáticas, ha terminado por referirse a un tipo de cine, casi un género, que profundiza en la sensibilidad de una generación desorientada en un mundo que sin embargo se les ofrece más lleno de posibilidades que nunca. Un género poblado por personajes que hacen de la exhibición de sus sentimientos un modo de vida, evitando la resolución de los conflictos que los provocan.

En este caldo indie se desarrolla Buscando a Eimish, en la que una joven (Manuela Vellés) abandona a su pareja (Óscar Jaenada) y éste comienza un periplo europeo para encontrarla y restablecer el vínculo. Mientras tanto, conoceremos en diversos flash-backs el pasado de ambos y su relación, así como la de sus allegados (Emma Suárez, Carlos Leal, Jan Cornet, Birol Ünell) que han participado de un modo u otro en sus personalidades y motivaciones.

Crítica

Como cabe esperar en una cinta suscrita a este estilo, todo se desarrolla entre conversaciones a media voz, miradas profundas, encuentros melancólicos, explicaciones sinceras, alguna lágrima y un dolor existencial expresado casi siempre en el abandono de uno mismo. Sin embargo el espectador, como llega a decir uno de los personajes, no deja de preguntarse por qué los protagonistas no se llaman por teléfono y zanjan el asunto de una vez.

No cabe duda de que Buscando a Eimish está hecha con esmero y sinceridad, que cuenta con un guión medido para su intención, un buen casting y medios para llevarlo a cabo. Pero no termina de sacudirse los clichés reconocibles en sus secuencias, que van desde el cine de Isabel Coixet Wim Wenders hasta la más ramplona comedia italiana de un par de secuencias poco logradas.

Ana Rodríguez Rosell entrega su primer largometraje con solvencia y destreza para la imagen, pero deja un halo de bisoñez cuando se enfrenta a temas profundos en la escritura del drama y el arco dramático de los personajes.

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