En 1984, en plena Guerra Fría, Diana Prince, conocida como Wonder Woman, se enfrenta al empresario Maxwell Lord y a su antigua amiga Barbara Minerva / Cheetah, una villana que posee fuerza y agilidad sobrehumanas… esta es nuestra crítica de WONDER WOMAN 1984.
Cartel
Crítica
Diez millones de dólares ha pagado Warner a Patty Jenkins y Gal Gadot respectivamente como compensación contractual por la decisión de estrenar WONDER WOMAN 1984 en salas y plataformas simultáneamente. Ambas son directora y protagonista de las dos cintas de la saga (por el momento) y ejercen como productoras, por lo que la decisión de la compañía afecta a sus ingresos finales, de ahí ofrecerles este acuerdo previo. Warner quiere tener todo bien atado en esta franquicia de la que espera unos buenos resultados a años vista.
Es el signo del cine como industria en este año pandémico; cómo lograr la mejor recuperación de la inversión dadas las circunstancias. WONDER WOMAN 1984 no ha sido ajena como no lo es su adscripción al feminismo de tercera ola pese a estar ambientada en unos años, los 80, donde el ideal femenino pasaba por ser supermodelo como Cindy Crawford o como aquellas que protagonizaron un famoso vídeo de George Michael.
Nada de eso hay en esta película larga, modestamente entretenida y previsible. A pesar de las referencias a la moda, el conflicto de Oriente Medio o la Guerra Fría con Rusia, WW84 está perfectamente anclada temáticamente a comienzos del siglo XXI y su imperante posmodernismo cultural y marxista, donde el hombre blanco es intrínsecamente malvado, acosador y codicioso, y la multiculturalidad netamente deseable y positiva.
Sin embargo, la realidad es terca y la industria no pudo evitar la paradoja de elegir a una modelo como representación de la mujer maravilla en este siglo XXI. Qué contrariedad. Gadot es una bella maniquí de origen israelí y una actriz limitada que afortunadamente sabe dónde no debe meterse interpretativamente, ayudada con sabiduría por la eficaz dirección de Jenkins.
No sucede lo mismo con Pedro Pascal, el villano de la función, un gran actor que, tras darse a conocer en la serie Narcos, ha sido difícil verle en un rol donde no esté magnífico, incluso en ese Mandaloriano de rostro oculto al que presta su físico. Él es lo mejor de esta función en un papel excesivo y estereotipado donde otros muchos actores suelen estrellarse pero que Pascal sujeta con maestría. Kristen Wiig, por su parte, es una excelente y veterana cómica televisiva que está creciendo como actriz de cine demostrando gran versatilidad, que haya llegado a ser la antagonista de Wonder Woman es prueba de ello.
Poco más hay que reseñar de este espectáculo para adolescentes educados en el dogma socialdemócrata cuya moraleja no alcanza ni al más pobre de los refranes castellanos, ni casi merece la impresión en taza de café para tenerla presente por las mañanas. De lo que no prescinde, a pesar de su buenismo, es de señalar lo hispano como inferior o de bajos instintos, una veta que puede rastrearse en innumerables cintas comerciales norteamericanas. Hispano es el apellido y origen del malvado Max “Lorenzano” Lord, hispana su familia pobre y su padre maltratador. Pero, curiosamente, su inocente y puro hijo tiene nombre de origen escocés cuyo significado es “defensor de la humanidad”. Debemos entender que Alejandro, su origen, no les servía.
Tráiler
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