Sospechando que la gente a su alrededor se está convirtiendo en criaturas malignas, un hombre con problemas se cuestiona si debe proteger a su único amigo de una guerra inminente, o de sí mismo.
Tráiler
Crítica
Distinguir el talento en cualquier disciplina artística es bien difícil. En el cine lo es particularmente porque puede quedar escondido bajo el propio artificio de su naturaleza o por el presupuesto y equipo que ha acompañado al cineasta en el proyecto. Por tanto, el verdadero talento se encuentra cuando un cineasta es capaz de narrar algo interesante con prácticamente nada. Sin recursos de ningún tipo salvo los propiamente cinematográficos: la iluminación, la imagen y el sonido.
Eso es lo que sucede con el director Perry Blackshear y su filme They Look Like People.
Es difícil encontrar una película que contenga menos elementos narrativos: dos amigos que se reencuentran, un apartamento minúsculo, un sótano y una paranoia. A partir de ahí, Blackshear se las ingenia para alumbrar una cinta tan inquietante y tensa como reveladora de la poca civilidad que esconde la vida en una gran ciudad.
They Look Like People se puede disfrutar sólo como cine puro, ése que construye una historia haciendo enorme todo lo que está fuera de plano, con todo lo que sabemos de nosotros mismos. Pero su auténtico horror llega al comprender que la locura provocada por las voces ajenas que escucha uno de sus personajes está a poca distancia de las grabaciones de autoayuda que utiliza el otro para triunfar socialmente.