No somos conscientes del gran trabajo que hacen las pequeñas distribuidoras en España para traer un cine a las salas que compita con la enorme maquinaria comercial norteamericana. Nuestro país, aunque pequeño, es uno de los principales mercados de Hollywood. Cubren un gran porcentaje de público y los grandes estudios procuran estar muy presentes en nuestros cines. A veces, debido a ese reducido tamaño de nuestro país, de un modo que puede resultar asfixiante si no se vive en una ciudad con un buen número de salas que permita cierta variedad.
Una de esas distribuidoras es Surtsey Films. Comenzó su actividad en 2010 y explora muy diversas cinematografías para traernos algunas perlas que se pueden ver en festivales. Al criterio de sus profesionales le debemos que hayamos visto en España películas tan dispares y valiosas como It Follows (David Robert Mitchell, 2014), Corazón gigante (Dagur Kári, 2015) la singular e ingenua Isla bonita (Fernando Colomo) o esta película islandesa que nos ocupa, Sparrows (Gorriones).
Crítica
Rúnar Rúnarsson es un cineasta islandés que obtuvo un gran reconocimiento internacional con su corto Smáfuglar (2 Birds) en 2008 con nominación al Óscar y premio en Cannes incluido. Desde ese momento mantiene una intensa actividad como director con 5 filmes en menos de una década. Esta facilidad se debe a que su narrativa contenida y de observación del comportamiento humano no requiere de una gran producción alrededor. El valor de Rúnnarson como cineasta radica en que se sitúa como un ornitólogo ante sus personajes e historias, viendo cómo reaccionan ante sus vivencias y dejando cierta libertad a que el espectador interprete los hechos. Que los títulos de sus películas hagan referencia a pájaros puede ser un síntoma de esta postura como narrador.
Sparrows (Gorriones) sigue la estela de un joven introvertido y sensible cantante de coro obligado a mudarse de la capital, Reikiavik, donde vive con su madre, a una pequeña villa al norte de la isla, con su padre. El modo de vida más terrenal y físico al que se ve abocado en plena pubertad le provoca un vuelco y un camino que recorrer desde el odio visceral hasta la comprensión y empatía hacia quiénes les rodean.
Rúnnarson consigue en Sparrows ese pequeño milagro de que la peripecia individual y local se nos olvide para darnos cuenta que estamos ante una historia de carácter universal, la de cualquier adolescente en tránsito hacia la madurez. Y que ese tránsito, imposible de transmitir en charlas paternas o escuelas muy preparadas, sólo se consigue con la experiencia. Una experiencia que el director y guionista nos traslada con muy pocos elementos que maneja con notable pulso, sensibilidad y discreta belleza. Una experiencia, la del protagonista, que viene a corroborar que la madurez se alcanza a través de la desilusión y la decepción. Y que desde ahí se llega a la comprensión y afecto hacia los semejantes.