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Crítica SOUL

Soul

¿Alguna vez te has preguntado de dónde provienen tu pasión, tus sueños y tus intereses? ¿Qué es lo que te hace ser… tú?

Pixar te lleva en un viaje desde las calles de Nueva York a los reinos cósmicos para descubrir las respuestas a las preguntas más importantes de la vida.

Crítica

Pixar ha dado hasta el momento dos genios. El primero es uno de sus fundadores, John Lasseter, retirado por la puñetera cultura de la cancelación social en la que vivimos; el otro es Pete Docter, el que vendría a ser su discípulo aventajado en la compañía.

Docter es un genio encontrando argumentos para hacer películas de animación. Suyas son las dos primeras Toy Story, Monstruos S.A., Wall-E, Del revés y esta Soul. Docter es un observador inusitado de la realidad y en sus resquicios encuentra claves que explican a veces asuntos tan complejos como de dónde viene nuestras decisiones, cómo se generan nuestros sentimientos o la razón inexplicable por la que vivimos.

En Soul está toda esa esencia observadora y reflexiva de Docter, sólo que esta vez el aparato imaginativo que ha necesitado crear para explicar su conclusión resulta más artificial y menos emocionante que en ocasiones anteriores.

Soul se atasca en ese limbo imaginado por su director y guionista para poder llegar a la moraleja, al asunto del que nos quiere hablar. Ese interludio narrativo, que ya hizo con mucha más fortuna en Del revés inspirándose también en la pintura abstracta y surrealista, en Soul transmite menos emoción y empatía. Sin embargo, en los momentos en que se representa el mundo real es donde la animación, la luz y los personajes alcanzan un refinamiento extraordinario, tanto estético como narrativo. La madre del protagonista, el barbero o la saxofonista Dorothea Williams son brillantes retratos trazados en apenas dos escenas cada uno.

Aún así, Soul deja un mensaje tan simple como inaudito hoy día: un elogio de la sencillez, de lo pequeño, de lo normal. De lo que ya tenemos y ya somos. Y ahí radica de nuevo la genialidad de este tipo, Docter, cuyo físico podría colarse en una de sus películas: recordarnos que, precisamente ahora que no padecemos escasez, somos capaces de dejarnos llevar por cualquier idea tóxica que nos convierta en lo que no somos.

Tráiler

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