Dicen los especialistas que la mente humana ha evolucionado más en los últimos mil años que en toda la historia de la humanidad anterior. La tecnificación y la vida en las ciudades ha multiplicado exponencialmente la experiencia vital de cada individuo, logrando niveles de consciencia propia y ajena antes desconocidos. Nos hemos construido unas vidas muy complejas y estresantes, sí, pero eso también nos hecho más inteligentes, más vivamente despiertos.
Este estado se ha reflejado en el arte, desde la proliferación de la literatura biográfica o de mucha más extensión, al cine, que ya requiere de obras mucho más elaboradas y múltiples para satisfacer al espectador. El cine antiguo no aburre a la juventud por ser en blanco y negro, sino porque puede resultarles irritantemente lento y simple.
El clásico de Akira Kurosawa, Rashomon (1950) ha sido una de las obras donde mejor se ha explicado que la realidad es tan subjetiva como múltiple. La pasión y el miedo, el dolor y la alegría, la esperanza o la depresión conviven simultáneamente en cualquier patio de luces de una gran ciudad. Y esa simultaneidad es una inmensa fuente de inspiración para un observador certero.
El cineasta norteamericano Robert Altman fue uno de ellos, aunque no original. Basándose en los cuentos del excelente escritor Raymond Chandler Carver, al que sí se le puede atribuir cierta originalidad en esta narrativa, dirigió en 1993 Vidas cruzadas, un brillante mosaico de vidas entrelazadas que supuso en su día una renovación estilística del cine norteamericano más comercial. El espectáculo no estaba en ninguna gran epopeya sino en la perplejidad que supone contemplar el complejo entramado de sentimientos, afectos y relaciones que tejen el ser humano.
Manuela Moreno, una acreditada cortometrajista sobre todo por su sencillo pero eficaz Pipas (2013), parece pedir paso como cineasta madura con estos Rumbos tras un primera comedia tan coyuntural como prescindible, Cómo sobrevivir a una despedida (2015). El cambio de nombre artístico a Manuela Burló Moreno puede ser otra prueba de ello.
Crítica
Es muy probable que la guionista y realizadora haya elegido para su primera película de tono más autoral este formato por la naturalidad que supone respecto a lo que había hecho hasta ahora, formato en el que varias historias cortas se entrelazan bajo el hilo conductor de la noche y las confidencias de un programa radiofónico. Una fórmula que por trillada no deja de ser eficaz para su cometido.
Desde las primeras imágenes de una Madrid Barcelona nocturna retratada desde el aire como una gran urbe, hay en la cineasta una clara voluntad comercial y de imitación de modelos del cine norteamericano. Además de la mencionada cinta de Altman es muy probable que en su retina haya pesado también la muy premiada Crash (Paul Haggis, 2004), con la que comparte cierta vehemencia y afán moralista y sentimental.
Burló acredita un buen oído para el lenguaje cotidiano, que se plasma en casi todos los personajes, así como la firme creencia en la bondad del ser humano y en la búsqueda de la felicidad personal y el amor como destino universal. Aunque hay cierta artificialidad en las situaciones de cada personaje para lograr que todo confluya en un cierre redentor para todos, no se le puede negar que todas las historias funcionan en algún momento, especialmente por una acertada dirección de actores (Burló también lo es) que contiene su intensidad. Todo el elenco es destacable pero quizás sean Karra Elejalde y Fernando Albizu los que consigan más con menos.
La guionista se las ha ingeniado para escribir un guión que se puede rodar en gran parte en estudio o localizaciones muy reducidas y controladas, abaratando el coste del rodaje sin que se note en la calidad final de la historia. Su presencia como cineasta queda pespuntada en breves planos de la ciudad o elementos externos (un retrovisor roto, la mirada a una fachada) que aportan significados o subrayan sentimientos de los personajes, pero sin duda donde está muy bien apoyada su intención es en la fotografía de Unax Mendía y el tono de la música de Mikel Salas.
Rumbos puede considerarse la carta de presentación de una realizadora que ya ha concluido que éste va a ser su oficio en los próximos años. Presentación satisfactoria, que busca equilibrar la necesaria comercialidad para hacer viable un proyecto con una visión personal sobre la equidad y la necesidad de redención en la peripecia humana.
Pedro Ruiz Martos
10/06/2016 at 11:23
Pues a mi “Rumbos” de Manuela Moreno me ha gustado mucho, me ha hecho sentir cosas que no había sentido con ninguna otra película, por cierto el rollito historias entrelazadas me ha gustado mucho también, se lleva muy buena nota d e mi parte. Un saludo para todos.
Miguel
11/06/2016 at 16:48
Vidas cruzadas está inspirada en los relatos de Raymond Carver. Raymond Chandler escribía novelas negras como El sueño eterno o El largo adiós.
José M. Robado
12/06/2016 at 13:08
Correcto, Miguel, ya está corregido. Muchas gracias.
Tatiana
15/06/2016 at 11:39
La peli Rumbos de historias entrecruzadas pinta muy bien y además cuenta con la gran Carmen Machi, razón de más para no perdérmela
María Costa
19/06/2016 at 13:22
Es Barcelona y no Madrid. Creo que no has visto la peli.
José M. Robado
20/06/2016 at 00:39
Gracias, María, ya está corregido.
Vi la película el 8 de junio, en el pase de prensa que se celebró a las 10 am en Sony Pictures España.
Un saludo.
laura
21/06/2016 at 12:39
Rumbos, me gustó mucho, grandes diálogos y grandes interpretaciones. Una buena obra de Manuela Burló Moreno!!