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Crítica PORT OF CALL

Crítica de "Port of Call"

La segunda jornada de la Muesta de Cine Chino organizada por Deep Focus y MYX Films Productions no ha hecho más que corroborar lo que presentíamos y se dejó ver en la sesión inaugural: la múltiple y excelente calidad del cine chino actual.

Port of Call es un thriller basado en hechos reales, el asesinato de una joven prostituta en Hong Kong que soñaba con ser modelo, cuarto largometraje como director del también guionista Philip Yung. La película ha sido recientemente galardonada con los premios már relevantes del Festival de Cine de Hong Kong.

Está protagonizada por Aaron Kwok, una superestrella hongkonesa con una dilatada trayectoria discográfica y en televisión. Kwok realiza una notable caracterización en esta cinta para dar vida a un sargento de policía avejentado por la implicación en sus casos. La joven está encarnada por una sorprendente debutante, la modelo Jessie Li (Chun Xia en su nombre chino) que probablemente pronto verá ampliada su trayectoria ya que Port of Call competirá por Hong Kong en los Óscar.

Port of Call puede considerarse una cinta representativa de la potente y dinámica industria hongkonesa, de la que nos han llegado sobre todo cintas de acción y thrillers. En este caso se trata de una producción de Mei Ah Entertainment, un poderoso grupo mediático de la ciudad-estado, que pone en manos de un prometedor director joven a una gran estrella para crear un producto de calidad, de género, exportable a todo el mundo.

Crítica

Se denomina port of call a las paradas intermedias que hace un barco durante una travesía, donde se recogen pasajeros y mercancías. Una metáfora adecuada para la película y su protagonista, una bella joven china que viaja a Hong Kong para empezar a trabajar como modelo e irse a Los Ángeles, su sueño. Esta ciudad no será, por desgracia, tal puerto intermedio, sino su destino final al verse involucrada en trabajos de poca monta y prostitución hasta ser asesinada.

Yung imprime a la narración el marchamo del thriller norteamericano para lo que cuenta en la fotografía con la inestimable ayuda del experimentado Christopher Doyle, otra prueba del afán internacional de su comercialización. Ciertos ribertes gore, de humor y violencia claustrofóbica remiten también al más reciente cine surcoreano que tanto éxito ha tenido en occidente.

Pero la brillantez de Port of Call no radica en la imitación acertada de sus referencias sino en el inesperado sabor final que consigue con la mezcla de todos sus ingredientes.

Port of Call huye del maniqueísmo de los personajes y del retrato del policía exhaustivo, honesto y eficiente que nos repite el modelo norteamericano. Arropado por la luz de Doyle, fotógrafo habitual de Wong Kar-wai, Yung consigue hacer un thriller poético sobre la soledad urbanita, donde la dificultad para determinar al culpable está en la ínfima diferencia de las motivaciones que puede tener cualquiera para cometerlo.
 
No es que la tesis de Yung sea que todos somos asesinos en potencia en las circunstancias de supervivencia que oculta una ciudad como Hong Kong, uno de los territorios más poblados del planeta, sino que todos somos posibles víctimas. Sobre todo de nosotros mismos y nuestros anhelos incumplidos.

Tráiler

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