Cinco años después del fin de la Guerra Civil estadounidense, el capitán Jefferson Kyle Kidd (Tom Hanks), veterano de tres guerras, viaja de ciudad en ciudad narrando noticias, hablando de presidentes y reinas, de luchas gloriosas, devastadoras catástrofes y apasionantes aventuras que tienen lugar en cualquier rincón del mundo.
Un día, en las llanuras de Texas, el capitán conoce a Johanna, una niña de diez años secuestrada seis años atrás por la tribu Kiowa, y que durante ese tiempo fue educada como uno de ellos.
Johanna, en contra de su voluntad, debe irse a vivir a casa de sus tíos, un lugar hostil y desconocido para ella. El capitán Kidd acepta entregar a la niña a sus tutores legales.
En el viaje, ambos recorrerán cientos de kilómetros a través de una inhóspita naturaleza, y deberán enfrentarse a enormes dificultades, humanas y naturales, en búsqueda de un lugar al que puedan llamar “hogar”.
Tráiler
Crítica
Hay poco que reprocharle técnica y narrativamente a News of the World, la película protagonizada por Tom Hanks y dirigida solventemente por Paul Greengrass… pero mucho acerca de su finalidad y verosimilitud, porque no hay nada en ella objetivamente cierto.
El periplo de un veterano de guerra para devolver una niña adoptada por los indios podía tener resonancias de la mítica Centauros del desierto de John Ford, pero no es más que la carcasa para colocarnos un mensaje socialista que el espectador pueda acomodar a la situación política actual fácilmente a través de sus diversas escenas, a veces de modo sonrojante. ¡Ay, ese “¡Texas First!” que grita un bravucón!
De ese modo, asistimos a un relato completamente ahistórico, inverosímil y sentimentaloide, sin mucha intensidad a pesar de su buena factura, donde sólo importa dejar claro al espectador su filiación al pensamiento único vía protagonista, que representa la sensibilidad de la izquierda de nuestros días pero siglos atrás, con el habitual afán propagandístico de esta ideología haciendo creer que su verdad viene de lejos y siempre ha estado ahí, mirando al futuro con las mejores intenciones y resultados.
Es de suponer que buena parte del material ya estaba en la novela original de Paulette Jiles de la que parte el guión, pero lamentablemente no hay nada más que destacar en ella porque todo queda diluido por la utilización torticera de la trama para el adoctrinamiento del espectador ingenuo, de un modo que hubiera hecho feliz tanto a Gramsci como a Franco. Si la hubieran titulado Un socialista en el lejano oeste, quizá hasta hubiera recaudado más pero a muchos nos habrían ahorrado dos horas.