Mulán es una intrépida joven lo arriesga todo por amor a su familia y a su país hasta convertirse en una de las mayores guerreras de la historia de China.
Cuando el emperador de China decreta que un hombre de cada familia debe servir en el Ejército Imperial para defender al país de los invasores del norte, Hua Mulán, la hija mayor de un condecorado guerrero, decide ocupar el lugar de su padre enfermo.
Haciéndose pasar por un hombre, Hua Jun, se enfrenta a constantes desafíos y deberá aprender a canalizar su fuerza interior y a aceptar su verdadero potencial.
Un viaje épico que la convertirá en una reconocida guerrera y le permitirá ganarse el respeto de una nación agradecida… y de un padre orgulloso.
Crítica
El estreno de Mulán ha estado rodeado de tantas circunstancias ajenas a sus valores cinematográficos que su análisis pertenece también casi a esos ámbitos.
La directora Niki Caro, conocida por obras de reivindicación de la mujer en entornos hostiles como En tierra de hombres (2005), dirige un film conceptual y publicitario en su diseño de puesta en escena, que rara vez emociona por su intensidad y verdad.
El corsé que impone Disney a una película que revisa con actores reales una de sus cintas de animación más celebradas de los 90 no es para menos. El Mulán del siglo XXI es aséptico y elimina rasgos y personajes sensibles al público chino, audiencia clave para que una película de estas características recupere su inversión hoy día.
Además, en Europa y Estados Unidos la cinta va a ser lanzada por primera vez en su plataforma digital, Disney+, en una novedosa modalidad de pago por unos 30 dólares. Los retrasos en su estreno por el COVID y la incertidumbre ante la respuesta del público por este motivo han llevado al gigante del entretenimiento a esta decisión cuyo éxito o no marcará seguramente el futuro de la distribución del cine en salas en todo el mundo.
Mulán cumple con el precepto conservador que emana de toda la factoría: la devoción a la familia y las tradiciones renovadas… pero siempre dentro de su seno. En una historia de personajes y geografía netamente china y destinada a ese mercado dirigido por el comunismo, no deja de ser subversivo que la multinacional norteamericana se permite colocar ese mensaje en un país en el que hasta hace diez minutos se impedía por ley tener más de un hijo por familia y cuyos jóvenes aún son emparejados por acuerdos parentales.
Si Mulán finalmente marca nuevas estrategias de mercado en la comercialización del cine por motivo de la pandemia o si su mensaje permea en la población de un país donde la libertad individual es escasa, casi nula, no lo podremos saber hasta dentro de unos meses, quizá años.
Hoy sólo podemos decir que Mulán es un entretenimiento digno y muy cuidado, como todo lo que sale de la casa del ratón Mickey. Y la curiosidad de que su protagonista, Yifei Liu, también nació en Wuhan.