La compañía de Ridley Scott, Scott Free Productions, ha ido progresando de productora publicitaria donde el realizador británico y su hermano, el fallecido Tony Scott, fraguaban sus trabajos hasta lograr ser uno de los estudios más poderosos no originarios de Hollywood. Es probable que el enorme prestigio alcanzado por el realizador británico y algunas de sus obras, especialmente Alien (1979) y Blade Runner (1982), haya influido en esta progresiva autogestión de su obra y proyectos, vista la tendencia de explotar títulos reconocibles por el público en interminables sagas. Al contrario que George Lucas, Scott no ha vendido su producto a otras compañías y tiene la suficiente capacidad para desarrollarlas. Pronto veremos nuevos aliens, prometeus y blade runners bajo las alas del logotipo de su estudio.
En esa actividad cabe la de producir proyectos ajenos, incluidas series de televisión. No ya el encargar, con sorprendente pero gran criterio, la secuela de Blade Runner al excelente director canadiense Denis Villeneuve sino promover las carreras de nuevos cineastas como Peter Landesman, Drake Doremus y su propio hijo, Luke Scott.
Luke Scott está recorriendo un camino en el cine similar al que hizo su padre. Realizador publicitario de éxito, se ha fraguado en la dirección con cortometrajes y cona la segunda unidad en algunas de las producciones de la casa como Exodus: Dioses y reyes y The Martian. Para su debut como realizador ha elegido un guión de Seth Owen que estuvo en la black list en 2015, esos guiones de calidad que no logran producirse. Quizá sus similitudes con su corto Loom y con la obra paterna le hayan llevado a sentirse seguro con la historia para filmarla.
Crítica
Morgan es una película pequeña que se adscribe al género de ciencia-ficción al que tanto apego tienen los Scott. Su idiosincrasia la hace perfecta para un debut de realización, pues una vez establecida la premisa del relato, todo está en manos de la pericia del realizador para explotar narrativamente los pocos elementos que tiene: actores, localización única, decorado, iluminación, fotografía… En ese sentido, Scott jr. cumple con creces y se nota la experiencia adquirida para manejar con soltura las directrices del género y no salirse en ningún momento de sus convencionalismos que lo hacen funcionar.
Con una realización elegante y eficiente, que utiliza elementos del atrezzo para resaltar tonos en cada momento del relato (la secuencia con la luz roja trasera del coche es ejemplar), Scott jr. reserva con gran eficacia sus pocas bazas narrativas y tensa todo lo posible el relato para poder sorprender al espectador. Si bien es cierto que su productor y padre le ha permitido contar con un gran elenco, donde destacan Toby Jones y Paul Giamatti, tanto el guión de Owen como la cámara de Scott saben dosificar cada momento y cada personaje en su secuencia a lo largo del metraje para lograr la progresión deseada en la historia.
Hay que hacer notar la presencia de Anya Taylor-Joy. Dotada de un rostro tan atractivo como inquietante, la jovencísima actriz está sabiendo explotarlo gracias a una gran contención interpretativa como ya hizo en La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra (Robert Eggers, 2015), lo que multiplica sus resultados. De seguir así, estaríamos ante una de las actrices más prometedoras de la década, que también ha rodado recientemente en España y se especula con su incorporación a la saga Marvel.
Luke Scott debuta así con solvencia en el largometraje con una película de consumo ligero pero bien acabada y satisfactoria, en la que se abordan temas morales como la creación de un ser humano artificialmente al modo de las leyendas de Prometeo (o Frankenstein), o los límites de la inteligencia artificial y la imperfección como rasgo inherente a la humanidad. Por este motivo, Morgan podría interpretarse como un precedente del Blade Runner paterno, donde una gran corporación está probando diversos prototipos de los androides Nexus. En ese horizonte, su sentido crecería al entroncar con la obra del padre y poder dar lugar a diversas y jugosas interpretaciones. Entretanto, nos quedamos con un realizador en el que se atisban mayores capacidades para narrar con imágenes (la foto que encabeza este artículo es un ejemplo) como por el tipo de historias en el que está interesado.