
Dentro del panorama de la industria nacional, quizá la vasca destaque por su estabilidad dentro de la carencia generalizada. Un apoyo institucional estable y un asentado circuito de premios, festivales y convocatorias tanto privadas como públicas, han logrado una producción regular que roza la veintena anual de títulos. Quizá hayan sido Loreak (José María Goenaga y Jon Garaño) y Amama (Asier Altuna, 2015), los títulos más destacados recientemente.
La comedia tiene un papel destacado en este ambiente. El éxito durante años del programa Vaya semanita en uno de los canales autonómicos ha dado lugar a un abanico de actores y técnicos que han fraguado también en el cine. El director Borja Cobeaga y el actor Gorka Otxoa probablemente son los casos más reconocibles. Este último es el protagonista de Igelak (Ranas, en español), una fábula en tono de comedia musical alrededor de la crisis económica y los desahucios con una clara intención de reivindicar, divertir y entretener.
Al frente de Igelak está el actor, guionista y dramaturgo Patxo Tellería que cuenta con el solvente apoyo de Abra Produzioak (Abra Producciones), compañía con la que ha desarrollado sus dos anteriores títulos La máquina de pintar nubes (2009) y Bypass (2012), ambas en colaboración con el tristemente desaparecido Aitor Mazo, a quién está dedicado este filme.
Cartel
Crítica
Aunque las primeras secuencias de Igelak hacen presagiar un relato denunciando la crisis financiera al modo visto en títulos recientes, otros factores hacen desaparecer pronto ese miedo al camino trillado. Uno de ellos es el ingenioso uso de la música durante todo el filme, convirtiéndolo en una original comedia musical.
Igelak está pespunteado en todo su metraje por canciones cuyo texto y música se incorporan de modo diegético a la narración, dinamizándolo. El artefacto narrativo de Tellería funciona con gran soltura y aporta singularidad a la historia, logrando el tono de fábula al que hace alusión su título y argumento. No se busca realizar una denuncia basada en hechos reales más que conocidos, sino un fresco, un colorido óleo sobre la naturaleza de la gente que los sufrió y su capacidad de superación y respuesta.
A ese propósito se unen también el acertado vestuario de Saioa Lara y el aprovechadísimo diseño de producción de Juanma Pagazaurtundua. Aunque si hay un trabajo que encaja la perfección con la puesta en escena de Tellería es el extraordinario montaje de Raúl López, verdadero corazón de la película.
Gorka Otxoa presta su naturalidad al antihéroe de Igelak, no sin algún vicio arrastrado de la televisión, pero sobrado para dar rostro a esa rana, que pica como un escorpión si se lo propone, en esta entretenida película reivindicando la solidaridad sin sentimentalismos.
Tráiler
