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Crítica DR. STRANGE

Crítica de 'Dr. Strange' (Scott Derrickson, 2016)

The Walt Disney Company ha realizado en los últimos 10 años las tres operaciones más importantes de la industria cinematográfica en su historia: compró Pixar en 2006, Marvel Studios en 2009 y, por último, Lucasfilm en 2012. Hoy día se puede considerar la empresa más poderosa en cuanto a control y capacidad de generar contenidos de entretenimiento únicos.

Como espectador se puede disentir del tono mayormente conservador que se filtra en sus productos, pero es innegable que se trata de la mejor compañía creando espectáculos de calidad para todos los públicos. Ver una película Disney, sea cual sea el nicho de público al que va dirigida, es invariablemente una gran experiencia.

Cartel de 'Dr. Strange'
Poster de 'Dr. Strange'

Con este conocimiento y capacidad para crear espectáculos extraordinarios, Disney se ha asegurado con esas 3 sucesivas compras los mejores y más populares contenidos para sus canales de difusión. La continuidad de las sagas Avengers, Cars o Star Wars, por mencionar sólo tres significativas, están garantizadas año tras año al máximo nivel. Y todas ellas serán un gran acontecimiento. Disney sabe convertir un estreno en una noticia mejor que nadie.

En esta ocasión le ha tocado el turno al Dr. Strange, otro superhéroe creado por Stan Lee con apariciones en la serie Avengers principalmente, que ha permitido a Marvel y Disney realizar una película estética y argumentalmente alejada de la monotonía que venían alcanzando los últimos títulos de la serie. Para conseguirlo los ejecutivos de Marvel se fijaron en Scott Derrickson, director de la inquietante Sinister (2012), cuyas virtudes para contar tramas entre lo real y lo espiritual podían ser adecuadas para narrar esta historia de dimensiones místicas.

Crítica

La primera circunstancia que llama la atención en Dr. Strange es su reparto. Lejos de desmerecer a los actores de la serie Avengers, en el elenco de esta película se aprecia un especial interés en dotar a los personajes de más entidad dramática. Más allá del celebérrimo Cumberbatch, Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor y el danés Mads Mikkelsen, son excelentes actores que no siempre están al servicio de las grandes producciones.

Tras ese refinado reparto, la segunda sorpresa en Dr. Strange llega con su secuencia inicial, una extraordinaria introducción en magnífico 3D que marca la diferencia con todo lo que habíamos visto anteriormente de Marvel. Las primeras referencias llegan al espectador y son relativas a los efectos especiales, basados en la geometría móvil de las ciudades con las que Christopher Nolan nos sedujo en Origen (2010) e Interstellar (2014), y que aquí son usadas en su máximo esplendor.

Dr. Strange es una clásica historia de autosuperación donde la novedad y el asombro llegan a través de la estética con la que está creada, muy influenciada por el cine de Nolan, y el modo en que en el guión están introducidos los elementos mediante los cuales resultan verosímiles los saltos geográficos e interdimensionales, la posibilidad de alterar el tiempo y la motivación de los personajes. Como en toda película Marvel, hay una secuencia pensada para asombrar y ser referencia para los aficionados por su innovación visual. Y la de Dr. Strange, que se realiza con la acción hacia atrás, está llamada a ser antológica.

El resultado final es una perfecta mezcla entre Matrix, Origen y Watchmen, un espectáculo entretenidísimo y asombroso de efectos especiales donde el uso del 3D está perfectamente justificado. Todo ello pespunteado por las excelentes interpretaciones de todo su reparto y un encomiable equilibrio entre lo cómico y lo dramático. Un salto cualitativo que ojalá se aplique a las próximas películas de la saga Marvel.

Tráiler

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