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Crítica BLADE RUNNER 2049

Crítica Blade Runner 2049

Blade Runner (Ridley Scott, 1982) pasa por ser una de las películas más influyentes de la historia reciente del cine. Su mezcla de ciencia-ficción y cine negro supuso un hito estético que se completaba de manera magistral con un discurso ético sobre el próximo humanismo. Una epopeya existencial vestida de thriller e imágenes futuristas.

Al igual que con su otra gran obra Alien (1979), Scott acarició la posibilidad de hacer una secuela durante décadas. Que los derechos estuviesen en manos de un pequeño productor, Bud Yorkin, y la reticencia de Harrison Ford a embarcarse en una secuela no avalada por un gran estudio, detuvieron una y otra vez su desarrollo.

Finalmente, Alcon Entertainment (que tiene un acuerdo de distribución con Warner Bros.) compró los derechos a Yorkin en 2011 para desarrollar precuelas y secuelas, pero sin posibilidad de hacer remakes del original. Ridley Scott pasó a ser productor ejecutivo (tenía 2 proyectos en marcha para las fechas previstas) y desarrollar el guión de Michael Green, para lo que se contrató a Denis Villeneuve. Con ese proyecto montado, Ford aceptó participar.

Blade Runner 2049

Crítica

El resultado de tal empeño es este Blade Runner 2049 que llega ahora a las pantallas.

Como indica su título, la acción se sitúa 30 años después y el mundo ha evolucionado, así como la tecnología. La serie Nexus de androides ha llegado a su 8ª generación dejando obsoleta a los Nexus 6 que conocimos en la película original. Obsoletos porque conseguían desarrollar sentimientos, ser casi humanos, en base a la memoria y conciencia de que se les dotaba. En los Nexus 8 se ha corregido esa anomalía.

Villeneuve plantea la historia con la tensión y textura habitual de sus otras películas, contando sobre todo con la complicidad del director de fotografía Roger Deakins para componer ese mundo fascinante del original. Sin embargo, el embrujo narrativo que el realizador suele conseguir en sus filmes, ese suspensión de la trama que implica al espectador en lo que está pasando, queda pronto desarmado.

Tras una brillante y larga secuencia de presentación, que recuerda a la mítica del original realizando el Test de Voight-Kampf, la narrativa de Villeneuve se trunca por varias decisiones de montaje, impropias de sus películas, que desvelan o explican en demasía qué va a suceder en el resto de la historia.

Una carambola imposible para contentar a conocedores y nuevos espectadores que se ha saldado con mediana fortuna

El guión de la película desarrolla un nuevo enigma sobre el ser humano en el futuro, pero pespunteado por tramas y personajes auxiliares que lo acomoden a un espectáculo para el público actual, que además haga la cinta asequible sin haber visto la original.

El resultado, desgraciadamente, no es redondo. Blade Runner 2049 resulta tediosa por momentos y deslavazada en otros, sobre todo en su parte final. Mantiene la fascinación por la factura visual, por el interés de los temas apuntados, pero deja una sensación final de borrador, de relato en bruto al que no se le han pulido algunas partes y no se le han desarrollado otras.

Blade Runner 2049, paradójicamente, viene a ser ése replicante evolucionado, ese Nexus 8 al que se le ha cercenado el alma, a diferencia de lo que pasaba con su predecesor. Algo que queda patente en los segundos en que un inserto de la cinta original aparece en la pantalla durante su metraje.

La esperada secuela ha resultado una carambola imposible para contentar a conocedores y nuevos espectadores que se ha saldado con mediana fortuna.

Lee los detalles del estreno de la película Blade Runner 2049.

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