La llegada de las plataformas de pago ha traído nuevos protagonistas al mundo de la producción cinematográfica. Compañías como Netflix o HBO no se limitan a ser meros distribuidores de contenidos, sino que generan los suyos propios con enorme éxito, especialmente series.
Con su expansión internacional, estas plataformas son capaces de competir con los estudios clásicos a la hora de lanzar estrenos en cada país donde se establecen. La llegada de Netflix a España, por ejemplo, trajo consigo su primera producción en nuestro país, 7 años (Roger Gual, 2016).
Por otra parte, el arranque de HBO España en diciembre de 2016 ha logrado que veamos sus estrenos simultáneamente al resto del mundo, comoel de la serie Taboo o este documental Beware The Slenderman, que habla del acuchillamiento que sufrió una niña de 12 años por parte de dos amigas en un bosque del estado de Wisconsin en 2014.
Escrito, montado y dirigido con picardía y habilidad, Beware The Slenderman reúne y ordena muy diversos materiales audiovisuales, incluyendo las entrevistas a la familia y las imágenes del último juicio celebrado, para componer una tesis acerca de los peligros de la era de Internet en la infancia.
The Slenderman no es otra cosa que un personaje ficticio de terror creado por una web de fantasía que un adulto descartaría al segundo vistazo, pero que en las mentes inmaduras de unas niñas sin control paternal, se convierte en algo real y mortífero. Sugestionadas por el personaje, su poder, y sus vídeos falsos viralizados en Internet, fácilmente localizables con una simple búsqueda, la mente de dos niñas crea una realidad paralela que les lleva a perpetrar un crimen.
Recogiendo cierta herencia de El caso de la Bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), la documentalista Irene Taylor Brodsky se estrena en el largo con gran pericia, estructurando la información recopilada para postular las causas y referencias por las que un simple bulo puede anidar en una mente débil y entrañar un peligro.
Con acierto y reservando información para un pequeño giro argumental como mandan los cánones, las autoras logran que las precariedades del material y producción jueguen a favor de la narración haciéndolo crecer más allá del puro artefacto televisivo.