El cine de Andrzej Wajda es Polonia. Punto. Aquí se podría acabar esta reseña, pero hay que azorar al posible espectador. Oiga, Los últimos años del artista: Afterimage o, si lo prefiere, Powidoki, su título original, es una gran película.
Wajda ha vivido y trazado en su cine la historia de Polonia de los últimos 70 años. No estamos hablando de la implicación de un artista con su tiempo permaneciendo distante en la observación intelectual de los hechos. No. Wajda combatió a los nazis en su juventud, perdió a su padre en la matanza que contó en Katyn (2007) y ha sido parte indiscutible del triunfo del sindicato Solidaridad y su líder, Lech Walesa tal y como contó en Walesa. La esperanza de un pueblo (2013).
La filmografía de Wajda es tan consciente de su tiempo que hasta nos ha dejado su testamento artístico en el reflejo de la vida y obra del pintor Wladyslaw Strzeminski, un vanguardista visionario y teórico del arte de los años 20 que vio su vida y obra anegada por el realismo social del comunismo.
Crítica
Como toda obra de Wajda, Afterimage es el retrato sensible de una época. Un recorrido por los últimos años de Strzeminski en los que el comunismo invade la sociedad polaca tras la II Guerra Mundial imponiendo la uniformidad social y de pensamiento que ahogaría la vida y obra del pintor.
Más allá del notable apunte biográfico, bordado por la excelencia de la estrella del cine polaco Boguslaw Linda, Afterimage tiene otras muchas virtudes. Por ejemplo mostrar a través de la imagen, la dirección de arte, la fotografía y la puesta en escena el modo en que un régimen totalitario penetra en una sociedad hasta hacerla gris, monótona, oscurecerla, ahogarla.
…quedará el homenaje del director al pintor que no pudo sobrevivir al totalitarismo como lo hizo el propio Wajda y construir la democracia en Polonia
O retratar como los diversos personajes encaran las vicisitudes que les toca vivir. Desde la resignación ahogada en café y tabaco del pintor, a la supervivencia espartana de su hija encajando en el nuevo orden social. Sin olvidar el destino incierto y probablemente trágico de sus beligerantes alumnos contra el régimen.
Pero, sobre todo, quedará el homenaje del director al protagonista, al pintor que no pudo sobrevivir al totalitarismo como lo hizo el propio Wajda y construir la democracia en Polonia. Wajda rememora en Afterimage la vida, obra y el ideario artístico de Strzeminski para recordarnos que en su pintura, en su Teoría de la visión, ya estaba alumbrada la Polonia del futuro. Un testamento a dos manos. Lo que queda tras las imágenes.